
Trescientos y pico kilómetros andando, paisajes, experiencias, albergues, ampollas (sólo una, pero la madre de todas las ampollas), complicidad y sexo, mucho sexo.
Los cuatro últimos días llevas las botas sin atar porque ya no hay grandes desniveles que requieran
sujeción en los tobillos, un alivio para tus deditos, que se ven así libres de un presión preocupante.
Estáis pasando Lavacolla casi con seis horas de antelación, así que no hará falta dormir en el Monte do Gozo, ¡hoy llegas a Santiago!: reencuentros, marisco,¡lavadora!, alvariño, casco histórico, ¡bragas nuevas!, bañera, y una cama enorme para follar...
Ella que pone velocidad de crucero y te deja medio kilómetro atrás: el cansancio acumulado ha estado a punto de enfangaros en una bronca descomunal,mejor cada una a su ritmo por un rato y espacio para respirar.
En la recta más sencilla de todo el Camino ( “Avenida Estrujempujen” para ti), contemplando el entorno (“fundiéndote”, prefieres pensar) y caminando siguiendo el ritmo de la inercia, los cordones demasiado flojos de tus botas se unen a mitad de un paso para que la inercia gravitatoria te lleve, efectivamente, a fundirte con la tierra del camino.
7o kilos tuyos y ocho de mochila ahí, a lo largo (156 cmtrs.), en lo que tardas en girar sobre ti misma (“coño, qué cómoda la mochila”) varios estrujempujen te rodean, una de ellos te ofrece caramelos ( la pobre; caerse en semejante tontería de recta solo puede deberse, pensaría cualquiera, a un desmayo) sin detener su marcha, mientras que una atractiva y madura española te ayuda a levantarte y pregunta cómo estás mientras retira suavemente los restos de tierra de tu frente.
-Las gafas, no me he roto las gafas, ¿verdad?.
( Si con esta frase no las vuelves locas, es que no hay remedio para ti....).
Para cuando ideas una forma de mantener los cordones tan flojos pero recogidos ELLA, que, por supuesto, marcha ya a casi un kilómetro de semejante espectáculo, llama y te pregunta con un cabreo bastante atacao “DÓNDE ESTÁS???”, y tú, a punto de llorar y deseando que te abracen “ ES que... me he caído...” , y ella “ PERO DÓNDE ESTÁS?????”..
Esa mujer libre, segura, fuerte y quizá cruel, ve llegar un bulto sospechoso cabizbajo y avergonzado, luciendo unas rodillas amarillo-betadine que tan bien combinan con el chubasquero de Renault (¡Alonso campeón!).