sábado, 31 de julio de 2010

Las casas hablan.

El piso sigue estando tal y como estaba cuando me instalé.

Quiero decir: es perfectamente habitable y acogedor ya sólo con los colores que elegimos al reformar, pero exceptuando los libros, unas cañas de bambú y algunos utensilios de cocina escogidos, nada hay en él que lo habite.
Hay muchas fotos que quiero colgar.
Algunas están aún por hacer.
Pero la disposición que ocupen es algo que, sencillamente, no depende de una decisión.

Mi madre se ponía enferma viendo las paredes desnudas, durante todo el año que transcurrió entre la muerte de mi abuela y la mudanza intentó comprarme marcos, espejos, lámparas...
Durante todo un año le dije que no podía decir,que ya iría viendo cuando estuviera instalada.
Quizá debería haberle dicho entonces que siempre he necesitado un tiempo para sentirme parte de las casas en las que he vivido, que sólo era cuestión de esperar a que el piso y yo empezármos a intuirnos y relacionarnos.

En lugar de eso, el día en que decidí que volvíamos sobre el tema por última vez, tan solo pude decir:

- Las casas hablan.

Me miró sin saber cómo encajarlo, si debía tomarlo en serio o no.
Argumentó lo de siempre, pero creo que decidió sobre la marcha enfocar mi respuesta como una
nueva forma de desviar el tema, sin prestar atención al fondo ( " mi hija está como una chota...").

Pero, de momento, funciona.

viernes, 30 de julio de 2010

No te queda nada...

Ayer en el aeropuerto me entretuve observando a un crío como de quince años.
Llamó mi atención porque estaba riñendo a su hermanita, quien debía ser unos diez años más pequeña e insistía en soltarse de su mano.
Después de "imponerse" un poquito, comenzó a explicarle con paciencia, pero sin perder la pose de hermano mayor, las órdenes que el papá les había dado.
En seguida ella alzó los brazos y dio saltitos para que él se sentara y la pusiera en su regazo.
El crío seguía hablando, pero muy pronto se redujo todo a una sesión de mimos, abrazos y besos que todos a su alrededor seguimos con sonrisa de gilipoyas y cayéndosenos la baba ( a mí, en cierto momento, se me caía más que nada por ver cómo babeaba una de las espectadoras...).

Y así, con el ambiente saturado de rollo conmovedor ante la naturalidad con que un adolescente expresaba su ternura, y reconfortados al ver cómo su implicación en "educarla" daba frutos, les vimos ponerse de nuevo en pie.

La nena no tardó ni diez segundos en retomar sus intentos por soltarse.
Y yo no pude más que mirar al chico y pensar compasiva: "No te queda nada...".

Cuando dicen que las mujeres maduramos antes que los hombres, ¿ se estarán refiriendo a esto?.

domingo, 25 de julio de 2010

Paraíso.

Segunda semana consecutiva librando sábado y domingo, segunda semana consecutiva que planeas pasar las tres noches del finde en el pueblo y no lo cumples.
El domingo estás tontorrona pensando en volver al paraíso ( casi ) perdido, en la aldea como marco de un universo propio que conforman la casa y la huerta, en la comida casera, y en los mimos de mami después de una semana sin veros.
Así que lo de " coge el 1 y te bajamos a buscar a la parada " cuando llamas para decir que ya estás lista, te deja un poco para allá ( es la una y pico muy largas, solajera que te mueres, estás solo a 10 minutos pero a una cuesta tremenda de la parada y... joé, tienes hambre, qué se le va a hacer).
No has hecho más que empezar a protestar y tu propia madre te espeta: " va a empezar la carrera y quiero ver la salida. Haberte levantado primero".
(Aquí conviene aclarar que nadie, NADIE de mi familia era fan de la Fórmula 1 antes del momento Fernando Alonso; que su abuela viva en el pueblo de al lado, que el propio Fernando se haya hecho una casa en la aldea de al lado parece ser que despierta como un lazo de compadreo que se me escapa; mi padre sigue asegurando que una día, en su periplo andarín con el perrazo, se lo cruzó mientras F hacía footing...).
Si de la que llamaste tenías hambre, para cuando llegas a la casa tienes el estómago por los suelos.
Es conmovedor ver cómo salen a recibirte únicamente el perrazo ( mastín grisáceo, precioso, más bueno que el pan, se sienta y si levanta la cabeza le llega el hocico a tus tetas, te pisa y no te machaca los dedos: te los amputa ), la fiera ( un minipinscher oficialmente adulto desde hace un mes y cuyo peso asciende a la sobrecogedora cifra de 3,500 kgrs. ), y la cacatúa, sorprendentemente callada.
Dentro de la casa, tu abuela haciendo como que entiende toda la movida de parciales, paradas en boxes, etc., tu padre comentando al comentarista de la carrera, y tu madre diciendo " ¿Kovalainen fuera? que se joda"; le preguntas,por putearla, que quién es Kovalainen, y ella " no sé, uno que me suena conocido".
Tu padre te pone al día en un pispas, aguantas dos vueltas pero la bestia del estómago despierta del letargo, y acabas renuciando a la trabajera de preparar todo para comer fuera bajo las parras: bandejita al canto y a comer delante de la tele.
Una vez terminada la carrera, mientras los demás comen tú medio vegetas soñando con las súpersiestas en la huerta, a la sombra de una peral que ahora está empezando su segunda vida.
Siesta ( más bien un quedarse traspuesta) hubo, por supuesto, sólo que requiere casi un acto de fé.
¿Por qué?.
Pues porque antes bastaba casi con una toalla de la playa, pero ahora el cuadro es este:
dos hamacas de jardín, dos esterillas ( una de ellas acolchada), dos sombrillas, un pie de sombrilla hecho con un tronco que se sujeta con dos pedruscos y una baldosa ( ... ) la otra se clava directamente en la tierra, el sillón de mimbre donde se sienta la abuela, cojines, una almohada, la cama de la fiera, el tigre de peluche con el que el pobre intenta desfogarse, un paraguas, y algo de beber.
Lo normal sería que quisiéramos mantener a la sombra nuestras cabezas.
Pero no: mi madre no quiere sol en el vientre, mi hermana no quiere sol en general, habrá que juntar las hamacas, las hamacas son anchas, casi tan anchas las dos juntas como la sombra que proyectan las dos sombrillas también juntas.
Por eso a mí me toca reptar por la esterilla acolchada buscando sombra pa mi cabeza, y tratando de encontrar LA postura definitiva sobre una huerta que es de todo menos plana y uniforme.
Por eso a la abuela le toca taparse con un paraguas.
Se vengó con un sutil goteo de preguntas para no dejarnos dormir.

jueves, 22 de julio de 2010

Llamadas.

Trabajo en una empresa extranjera procedente de uno de esos países considerados como el motor de Europa.
Gran parte de mi tarea consiste en atender llamadas de dos centralitas: una radicada en España ( que apenas aporta el 10% del volumen total) y la otra en el país de origen.
A través de esta última atendí hace unos días a una viejita muy amable, muy dúlce.
Hablaba ese idioma con un leve acento extraño, y antes de dejarme empezar a ayudarla lo primero que hizo fue disculparse porque era española.
Le encantó saber que yo también, sin embargo, a renglón seguido, dijo " pero tenemos que hablar en este idioma porque he olvidado muchas cosas".
Su consulta era sencilla, no requería especial concentración por mi parte así que, sin yo quererlo y con apenas un par de detalles, me la imaginé perfectamente en uno de esos trenes que permitieron al franquismo jactarse de que en España no había paro (noshajodío, lo que había era dos millones de emigrantes...).
Sin embargo, más allá de las escenas veloces y simultáneas que hayan podido surgir en mi mente mientras hablaba con ella, lo que conservo es una sensación de pena : ¿ con qué concepto de sí misma salió de aquí? ¿con qué complejos llegó a ese país?¿ qué percibió para que, después de todos los años que son necesarios para olvidar el idioma en el que naciste,sigas siendo consciente de que te saben de fuera, y que debes disculparte por ello?.
Seguramente la historia de esta mujer no tenga nada que ver con lo que me he imaginado.
Seguramente en ella me haya imaginado la historia de muchos otros.
Seguramente, este resentimiento hacia el país " de acogida" ( y que a mí también me paga la nómina) tenga mucho, pero MUCHO que ver con el diíta que me han dado dos trainers a los que he tenido que llamar...

domingo, 4 de julio de 2010

¿De verdad hace falta explicarlo?.







Hoy por la tarde me he comprado este perfume:

Fundamental es prestar atención a dos detalles:

- El pulsador tan alargado;
- es un perfume para hombre.

En cuanto al primer detalle, lo cierto es que desde que lo vi me resultó evidente el " mecanismo" de este frasco.

Con respecto al segundo, diré que no le concedí importancia en ningún momento ( a veces me gusta más cómo huelen en mi piel los perfumes para hombre que los femeninos).







Hasta que, al abrir la caja, me encontré con esto:

No puedo parar de reir...





jueves, 1 de julio de 2010

Por fin...

...se acabó la sensación de aplazar la vida, de vivir no a caballo sino inmóvil en el escalón desde el que montar mejor, la rabia por no ser capaz de saborear el día, sin mirar más allá, el "para qué empezar esto si me voy a ir" aún cuando no tenía fecha fija...


Me traje de la isla mágica unos planes que 2009 ha cambiado con una inercia a la que ni por un momento me he planteado resistirme, con una rotundidad perfecta que, por ahora, no me parece acomodaticia.


Mantengo un equilibirio razonablemente sano entre el dejarse fluir con la vida y la certeza de que tiene más mérito conseguirse activamente las condiciones de vida.

Digo con la boca llena que he encontrado mi sitio aquí, en una tierra ( la mía) en la que nunca me sentí fuera de lugar,sabiendo que quizá en un par de años, cuando este rollo new age de fluir ( y el no encontrar solución a mi vida sentimental, pa qué negarlo) sí pueda sentir que debe haber algo más, algo mejor en otro sitio (para otro post que me pille más fajadora queda dilucidar si el no encontrarla es cosa externa o energía equivocada que proyecto).


Pero, en medio de estas nuevas dualidades, se asienta cada vez más firme la aceptación de que durante seis años viví dos vidas, una diaria en la isla mágica y otra aquí en vacaciones, y hasta una tercera : la de los vuelos que me llevaban de una a otra sin necesidad aparente de transición, reflexión o asimilación.

Cada una va ocupando todo el lugar que le corresponde y merece,con la misma naturalidad con la que sentía " vuelvo a casa" al besar a mi madre o al nombrar sin vacilar los pueblos que divisaba desde el avión al aterrizar en unos colores tan espectaculares y distintos a los míos.


El yo que saltaba de una a otra ya no se siente compelido a escoger, a contentar,a explicar que lo mejor de una no elimina de un plumazo todo lo anterior.

Ahora mira hacia atrás, relativiza, sonríe con ternura y cierta benevolencia, y se permite una nostalgia maravillosa: algo de mí ( que decía Camilo el Grande -Sesto, no Cela-) existe con y en el acento y los colores de la isla mágica,allí se queda aunque sus frutos vengan conmigo.