sábado, 12 de febrero de 2011

VI.

De un plumazo,
eliminando azules en el cielo,
otra vez el atardecer
blanquecino
del sol en invierno.


lunes, 7 de febrero de 2011

Una coca-cola y unos triskis.

Antes de que endurecieran las normas de seguridad y nos obligaran a pasar el filtro cada vez, solía ir con cierta asiduidad a por suministros a la máquina de vending que tan primorosamente mantiene una de las compañías aéreas.
Para ello tenía que salir al patio de carrillos ( zona donde se manejan y transportan los equipajes) y caminar apenas unos quince metros hasta la oficina.
Las primeras veces tenía su puntito ver la trastienda, algún avión desplazándose por la pista, incluso encontrarse con un cassette ochentero de esos rectangulares que bien podrían ser un arma de destrucción masiva, y en el que uno de los trabajadores de rampa ponía a todo trapo música celta.

Lo que me sigue recargando un montón las pilas hoy en día, es el contraste entre la luz artificial del patio y el cielo abierto en la pista, entre el calor de la terminal y el aire fresco ( en el mejor de los casos) que no tiene recoveco donde esconderse, entre el trabajo en la oficina y las cientos de historias que podrían contar los pasajeros...

Con la nueva normativa, la operación que antes no superaba cinco minutos ( eso siempre que charlara brevemente con la gente de la compañía) no se demora mucho más pero sí supone un engorro tener que vaciar los bolsillos y descalzarme para ir a por una coca cola y unos trikis.
Así que ya casi no voy.

Quizás por eso esta mañana me apoyé en la pared un buen rato mirando hacia la pista, disfrutando de los cambios de luz, del verde que rodea las pistas, del aire limpio que olía intensamente a mar ( el Cantábrico está casi casi pegado al aeropuerto; la entrada y salida de Asturias por aire bien merece enfrentarse al miedo y asomarse a la ventanilla).

No lo sabe...

... pero hemos terminado.
En realidad, yo he terminado.
Bueno, vale: no había nada que terminar.

He comprobado que mi capacidad para convertir un " alegramiento de pestaña" en fantasía que entorpece no tiene límite, como tampoco lo tiene mi talento para escoger cada vez peor con quién fantaseo.

Así que, después de alguna que otra bronca de una amiga, y envalentonada por... la verdad que no sé por qué, di los pasos necesarios para averiguar sin tener que exponerme.
Y resulta que, sin hablar más que con su actitud, ha dejado claro que no tiene el más mínimo interés en mantener contacto conmigo fuera el trabajo.

- Ella se lo pierde - me digo a mí misma.
- Sí por los coj... ¡ me lo pierdo yo! - se dice a sí misma mi otra parte...

Pero lo llevo bien, ¿eh?.
Yo paso.
No me he fijado si quiera en que ha escogido mal el color de las medias, ni en el recogido tan favorecedor que se ha hecho, ni en la forma como vestido se le curvaba un poco por detrás, ni...

domingo, 6 de febrero de 2011

Anhelo.

Te estoy esperando.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Barcelona.

Me encanta esta ciudad.
He estado varias veces, pero siempre por poco tiempo.
Por alguna razón, me he hecho una imágen, y visitarla va fundamentándola, complementándola y también desmitiéndola de vez en cuando.
La idea original con la que regresé de Lanzarote era trasladarme a probar suerte allí.
Supongo que las ciudades emiten una energía determinada antes de conocerlas.

Esa noche ( 11.09.2010 ) salí a dar un paseo, tan sólo un par de horas.
En el barrio gótico, en un rincón poco iluminado de la callejuela de una callejuea, un chico tocaba la guitarra.
Tocaba como para sí, a pesar del altavoz, no tanto encogido sobre sí mismo sino arropando la guitarra.

Reconocí la obra pero no el título, y su forma de interpretarla tenía algo que mantenía a los paseantes absortos, en un silencio que no rompían ni para aplaudirle, y que a mí me hizo llorar.
También lloraba un chico sentado en el suelo frente a él, apoyado al otro lado de la callejuela.
Me hubiera gustado tener una buena cámara para poder fotografiar su expresión sin ser vista.
Pero también sentí que, de haberla tenido, no lo habría hecho: me sobrevino un pudor como de feligresa ante aquel abandono.

Se acercó el grupo de una visita turística.
La guía llevaba un micro estilo Madonna y, a pesar de la música y de ver a la gerente parada escuchando, empezó su explicación.
Antes de que ninguno de nosotros tuviera tiempo de mentarle a la familia, su propio grupo la mandó callar.

Una paralela o dos más allá, en un rinconcito bien iluminado y a los pies de una breve escalera donde el público pudiera sentares, un cantante hacía su show con fragmentos de ópera, afectado, con una sonrisa tan perpetua como falsa, y de cara a la galería.

martes, 1 de febrero de 2011

¡¡ ORGANIZACIÓN !!

De verdad, de verdad, de verdad: yo quería que saliera todo bien.
Visita finde de una amiga con la que había surgido un aquello juguetón y lo tenía todo preparado.
A ver, yo sólo quería que lo que fuera, fluyera de forma natural; pero, aunque sea por vergüenza, una tiene que pasar revista a lo que sí puede controlar: casa limpia( por si acaso) depilación O.K., bragas nuevas ( o sin descosidos, en su defecto)...
Ni siquiera hice un plan inamovible de visitas: mejor improvisar según nos fuera apeteciendo.

Y, así, acabamos pasando en Gijón casi todo el sábado cuando hacía poco habíamos descartado la visita; la obsequié con una pateada criminal por no llevar conmigo el plano de una ciudad en la que SIEMPRE me desoriento; y nos bebimos el Sporting - Real Madrid en un café - bar muy chulo ( sí ), de ambiente ( sí ), y con mayoría sportinguista ( lógico ).

Que ella es una santa, es tan cierto como que yo asumo la culpa de todo lo anterior.

Pero, ¿qué culpa tengo de que la guagua de regreso ( pasadas las dos de la madrugada) se quedara casi dos horas varada en una isleta de la autopista?.
Y, sobre todo, ¿ qué culpa tengo yo de que la "OTITIS DE COJONES" ( así la bautizó la médico de urgencias que me atendió el primer brote, hace unos veranos cerca de Torimbia) que me ataca una vez cada 450 años se acordara de mí esa noche??.

El mismo taxi la dejó primero a ella en el hotel y luego a mí en Urgencias.
Por suerte, yo era la única paciente, así que en veinte minutos me atendieron, fui a la farmacia y regresé al hotel.
Me empastillé lo máximo permitido, y aún tuve el arte de decirle:

- Mira, me tumbo un ratito sobre este oído para que entre en calor, pero tú despiértame, ¿ ehh?.

Hoy sí, je je jee...

Me considero una persona corta de reflejos.
Vamos, de esas que ante un percance, suele acabar sintiéndose bastante pazguata más que nada por no saber reaccionar .
Pero hoy, cosas del trabajo más o menos rutinario ( creo yo ) , " la vida " me ha concedido una especie de revancha; por suerte, la escena que la originó no fue ni la mitad de agresiva que la previa, pero sí lo bastante similar como para verme cargada de razón y quedarme tan ancha.
Hoy, pese a comprender el engorro que supone, y después de mucho rebatir las mentirijillas que soltaba por la boca para tratar de salirse con la suya, a un pasajero que se estaba gustando en ponerme verde porque tenía que pagar dos kilos de exceso de equipaje, le he soltado con toda la calma de la que soy capaz:

- Cuando va Usted a un rastaurante y le traen la cuenta con los precios que ya ha visto antes de ordenar la comanda, ¿ se le ocurre pedir que no le cobren el entrecot? ¿ Por qué lo hace entonces con una línea aérea?.

Qué a gusto mequedao...