sábado, 31 de julio de 2010

Las casas hablan.

El piso sigue estando tal y como estaba cuando me instalé.

Quiero decir: es perfectamente habitable y acogedor ya sólo con los colores que elegimos al reformar, pero exceptuando los libros, unas cañas de bambú y algunos utensilios de cocina escogidos, nada hay en él que lo habite.
Hay muchas fotos que quiero colgar.
Algunas están aún por hacer.
Pero la disposición que ocupen es algo que, sencillamente, no depende de una decisión.

Mi madre se ponía enferma viendo las paredes desnudas, durante todo el año que transcurrió entre la muerte de mi abuela y la mudanza intentó comprarme marcos, espejos, lámparas...
Durante todo un año le dije que no podía decir,que ya iría viendo cuando estuviera instalada.
Quizá debería haberle dicho entonces que siempre he necesitado un tiempo para sentirme parte de las casas en las que he vivido, que sólo era cuestión de esperar a que el piso y yo empezármos a intuirnos y relacionarnos.

En lugar de eso, el día en que decidí que volvíamos sobre el tema por última vez, tan solo pude decir:

- Las casas hablan.

Me miró sin saber cómo encajarlo, si debía tomarlo en serio o no.
Argumentó lo de siempre, pero creo que decidió sobre la marcha enfocar mi respuesta como una
nueva forma de desviar el tema, sin prestar atención al fondo ( " mi hija está como una chota...").

Pero, de momento, funciona.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No sé si las casas hablan o susurran pero después de habitar 3 casas distintas si puedo afirmar q las casas cambian, se adaptan a tí.
Lo q al principio es un piso vacio, carente de toda personalidad poco a poco va adoptando enseres y experiencias vitales y un buen día sin saber porque tu casa pasa a ser tu hogar..
PD tu madre tiene razon muy normal no eres ehhh
Besos Pili

Vane. dijo...

Jajajajaja yo también te quiero,petarda :).
Bs.