jueves, 29 de abril de 2010

SEÑALES


Daba un tipo de pera pequeña y redonda que en casa empleaban, sobre todo, para hacer compota, y que a mí me gustaba cruda,cuando aún no había madurado del todo y conservaba cierta acidez fresca.

A su sombra, los cuatro primos gastamos horas de pataleos y miedo hasta que nuestros pies de bebé se acostumbraron al tacto de la hierba; jugamos al fútbol ( a penaltis y a " gol-portero"); nos columpiamos ( incluida la versión salvaje de este pasatiempo: cuando de la soga que conformaba el columpio no quedó apenas un trozo, mis primos bajaban a toda la velocidad la cuesta y enfilaban la peral a lomos de MI bicicleta con el único propósito de soltarse en marcha y colgarse); y tuvieron lugar las siestas más antológicas de toda la zona...


Mi abuela, que cumple 86, ya la recuerda enorme.

Así que no es descabellado calcularle doscientos años de historias, ritos, guerra...


El vendaval a principios de 2009 la tumbó para una siesta forzosa y desprotegida, descubriendo unas raíces increíblemente poco pobladas.


Al comunicarme la noticia, un vértigo me recorrió diciendo " algo (malo) va a pasar".

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